Muchos son los posibles orígenes del topónimo Beluso, desde el griego belos (extremo de un país o comarca) hasta la raíz celta bel (bueno, lo que encanta). Mas con todo, los primeros indicios humanos de la parroquia van más allá en el tiempo. Las laderas del monte Liboreiro y los caminos de Bon están adornados de curiosas y estrañas combinaciones de dibujos pétreos, con más de 2.800 años. En el vecino monte de Morouzos (Castiñeiras), se encontraron mámoas y utensilios funerarios de la primera comunidad prehistórica conocida en el Ayuntamiento de Bueu. Esta zona (hoy llamada A Portela) parece ser que fue el primer núcleo habitado de la parroquia, y no es por casualidad que actualmente exista aquí un Castro, sobre cuya explanada aún podemos ver los restos de una torre de vigilancia del s. XI. En el año 1.008 se data el primer escrito que se conserva sobre Beluso. En él, los condes Ramón y Urraca conceden al Monasterio de Poio "la mitad de la villa de Belluz". Cara los s.XII e XIV, los espíritus más artísticos de los trobadores gallego-portugueses, van a hacer de Beluso objeto de su afamada lírica. Fue Johan de Cangas (reconocido en 1998 con el Día de las Letras Gallegas), quien a finales del s. XIII cantó las bellezas de su amada en la ermita de San Mamed del Mar, hoy capilla de Sanamedio. En el s.XVIII las playas de Beluso fueron los lugares escogidos para las primeras fábricas de salazón, germen de la industrialización pesquera que desde entonces definió la economía de Bueu. Todavía hoy podemos admirar los restos de esas antiguas fábricas en las playas de Mourisca y Ancoradouro.